Si echamos una mirada a lo que es la historia de los tatuajes, nos damos cuenta de que las máquinas para tatuar aún son un invento en pañales y el arte de los tatuajes, durante miles de años, no necesitó de ellas para desarrollarse. Más allá de esto, en nuestros días los tatuadores cuentan con modernas y sofisticadas máquinas de tatuajes para realizar sus trabajos de la mejor manera.
Todos sabemos que la máquina no hace al gran tatuador y que lo que en realidad cuenta es una cuestión de talento, sin embargo, tampoco se puede negar que las máquinas de hoy le traen una gran cantidad de posibilidades al buen artista, dándole comodidad, flexibilidad y precisión al momento de realizar su trabajo.
Así que actualmente siendo ésta una herramienta tan importante en este arte, te invito a realizar un breve repaso en el tiempo para conocer la historia de las máquinas de tatuajes.
¿Qué es una máquina de tatuajes?
Comencemos por lo más básico: hablar acerca de lo que es una máquina de tatuajes en sí. Una máquina de tatuajes es un dispositivo electrónico, maniobrable y portátil empleado para la realización de tatuajes. Suena bastante simple, pero diversos y complejos mecanismos obran detrás de su funcionamiento y pocas veces pensamos en todo esto mientras estamos tatuándonos.
Las máquinas de tatuajes utilizan una bobina electromagnética que mueve una barra combinada a un armazón hacia arriba y hacia abajo, en velocidades diferentes. A este armazón, combinado a la barra, se le colocan las agujas que luego penetran la piel para hacer la perforación y al mismo tiempo depositar la tinta. Comúnmente se le llama simplemente “máquina”, aunque muchos tatuadores también le llaman “fierro”, mientras que también hay quienes la llaman “pistola”, un término que a muy pocos tatuadores les agrada.
Las primeras máquinas de la historia: Samuel O'Reilly
Ahora bien, para comprender la historia de estos artefactos, debemos remontarnos a principios de los años 1800, cuando las primeras máquinas de tatuajes aparecieron. Las primeras máquinas que se crearon funcionaban con baterías, bajo los principios del electromagnetismo, descubierto en el año 1819 por el físico y químico danés Hans Ørsted, gracias a quien hoy debemos prácticamente todas las aplicaciones prácticas de las máquinas de tatuajes que, siguiendo sus descubrimientos, se inventaron.
La primera máquina de tatuajes fue patentada en el año 1891 por el inventor y tatuador Samuel O'Reilly, un ícono en la historia del arte de los tatuajes. Aunque el patentó la primera máquina, antes ya existían varios trabajos que buscaban crear un dispositivo mecánico que mediante el uso del poder electromagnético pudiera punzar la piel para crear tatuajes. Un gran ejemplo es el del popular inventor estadounidense Thomas Edison.
En el año 1876, mucho antes que O’Reilly, Edison trabajaba en un dispositivo diseñado para ahorrarle tiempo y energía a los oficinistas, el cual constaba de una máquina electromagnética rotatoria, con forma de lapicera, que funcionaba conectada a una batería. Dicho artefacto era capaz de realizar stencils y perforar cartas, folletos y otros papeles, además, podía hacer pequeñas perforaciones en estos papeles y depositar un sello con tinta. Aunque Edison no tardó en darse cuenta de que esto podría también hacerse en la piel, no lo patentó y resulta curioso saber que para probarlo, Edison se tatuó con este aparato.
Pero Samuel O'Reilly, quien era mucho más asiduo a este arte, años después entendió que podía reformarla y adecuarla para convertirla en una máquina de tatuajes como tal. Entre estas modificaciones, O'Reilly añadió un tubo para depositar la tinta y poco tiempo después, recibió la primer patente por una máquina de tatuajes. Pero si vamos a hablar sobre la máquina de tatuajes moderna, debemos hablar en realidad de Edison, quien insatisfecho con su invento de 1876, el año siguiente volvió a trabajar en una nueva forma de la misma máquina.
Thomas Edison y Percy Waters: la máquina moderna
En 1877, Edison desarrolló una nueva idea para el dispositivo, agregando dos bobinas que funcionaban bajo los principios electromagnéticos y que tenía dichas bobinas fijas en forma transversal al conjunto del tubo o “lapicera”. Este nuevo formato hacía más útil y más flexible la lapicera para realizar los stencils necesarios, siendo ésta la verdadera primer máquina de tatuajes moderna y básicamente, igual a las que existen hoy. En 1929 apareció la más similar a las que hoy se conocen y fue gracias a las innovaciones de Percy Waters.
Percy Waters colocó las bobinas electromagnéticas paralelas al tubo bastidor, agregó una suerte de escudo para proteger el escape de las chispas y también un interruptor de encendido y apagado. El 15 de enero de 1987, Waters fue colocado en el Salón de la Fama del Tatuaje. Otras innovaciones a lo largo de los años incluyen herramientas que permiten controlar la profundidad de la aguja, la velocidad, la potencia y la fuerza de aplicación.
En la actualidad, las máquinas de tatuajes se siguen perfeccionando más y más. De hecho, muchísimos tatuadores tienen su propio diseño, sus propias creaciones y sus propias máquinas de tatuajes en el mercado.
Es en realidad muy interesante, ¿no lo crees? ¿Sabes qué clase de máquina utiliza tu tatuador?