Los perros tibetanos pueden sobrevivir a altas altitudes y todo es gracias a los lobos
Los mastines tibetanos logran sobrevivir a alturas y climas que la mayoría de otros perros o humanos no pueden. Estos perros resisten el aire de la montaña fría y alturas por encima de los 4000 metros.
¿Cómo lo hacen?
Un nuevo estudio sostiene que la capacidad de supervivencia de los perros tibetanos se debe a la cruza de la especie con los lobos grises, que sobrevivían a esas alturas hace más de 20 mil años.
Según los científicos, el estudio se suma a evidencia de que los antiguos eventos de apareamiento han jugado un papel importante en la adaptación de las especies modernas a sus ambientes.
Para Elaine Ostrander, genetista en el Instituto Nacional de Salud de Bethesda, Maryland, el descubrimiento es un gran espejo de lo que pasa con los humanos en esa zona.
El pueblo tibetano recibió su aptitud de alta altitud a través del mismo mecanismo, el mestizaje con humanos ahora extintos conocidos como Denisovans.
La evolución de la especie
El autor del estudio, Zhen Wang, un genetista en los institutos de Shangai, cree que un tipo de perro de las regiones bajas de China podría haber viajado a la meseta tibetana con las personas hace aproximadamente 24 mil años.
Al igual que los humanos con los que viajó, los perros se adaptaron al nuevo lugar y a las alturas, en un tiempo relativamente corto, convirtiéndose en los mastines de huesos grandes que conocemos hoy.
Durante su evolución, adquirieron rasgos que les permitieron soportar los fríos inviernos y el limitado oxígeno.
Investigaciones previas mostraron que los mastines, así como los tibetanos modernos, se adaptaron al entorno produciendo menos hemoglobina (proteína que transporta oxígeno en los glóbulos rojos).
Los científicos creen que eso les ayuda a evitar coágulos y accidentes cerebrovasculares que pueden ocasionarse al esforzarse por adquirir más oxígeno a gran altura.
El gen responsable
Biólogos han identificado los genes en los mastines responsables de esta adaptación, sobre todo uno llamado EPAS1, que regula la producción de hemoglobina.
Se estima que una variante de ese mismo gen es responsable de la capacidad del pueblo tibetano de sobrevivir en altitud. Los expertos sostienen que el gen podría haber sido adquirido por los Denisovan, que habían vivido en Siberia y en Asia hace más de 100 mil años.
Una variante de este mismo gen es clave para la capacidad del pueblo tibetano para sobrevivir en altitud. Lo adquirieron de los Denisovans, que habían vivido en Siberia y aparentemente en Asia hace más de 100 mil años.
Investigando el cruzamiento
Los científicos sospechaban que los lobos grises eran responsables de ese gen presente en los mastines, por su historia en la meseta y porque presentaban una variante del gen EPAS1.
Para comprobar la teoría analizaron segmentos de ADN de 29 canideos, incluyendo los lobos grises de tierras altas y bajas de China, mastines tibetanos, perros chinos de tierras bajas y un chacal dorado.
Encontraron que los mastines tibetanos están mucho más relacionados con otros perros chinos que con los lobos grises.
Y descubrieron dos áreas genéticas en los mastines (que no encontraron en los otros perros) y que tienen los signos de haber sido adquiridas por el mestizaje con el lobo gris tibetano.
Esas áreas genéticas incluyen regiones que abarcan el gen EPAS1 y un gen llamado HBB, también presente en otros animales que se han adaptado para vivir a gran altitud.
Para descubrir cuándo los mastines y los lobos tibetanos se entrecruzaron, los científicos construyeron un árbol evolutivo para una región del gen EPAS1 de cada familia de canes y lobos.
Los cálculos revelaron que los mastines y los lobos probablemente se aparearon hace 24 mil años. Fecha que coincide con la llegada de los tibetanos modernos.
Aunque la fecha es polémica porque otro análisis sostiene que los perros fueron domesticados hace 16 mil años.
Lo que sorprende a los científicos es que la estrategia de cruzamiento haya sido utilizada tanto por perros como humanos, y explica su capacidad para sobrevivir al entorno.