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Mongolia logra abolir la pena de muerte por votación histórica

10 Jul 2017 – 10:30 AM EDT

Recientemente, la entrada en vigor del nuevo Código Penal y Código de Procedimiento Penal en Mongolia ha marcado un hito histórico con la abolición de la pena de muerte.

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El proceso de la abolición comenzó formalmente en enero de 2010, pero recién este mes ha entrado en vigor.

Una década en busca de la abolición

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El nuevo texto legal también incluye por primera vez una definición de tortura, aunque no se han aplicado mecanismos de protección para prevenirla y sancionarla.

Bajo este nuevo Código Penal, Mongolia se convierte en el país número 105 en abolir la pena de muerte y es el octavo país que lo ha hecho en los últimos cinco años.

La última ejecución en el país fue llevada a cabo en 2008. Tengamos en cuenta, no obstante, que la información sobre el uso de la pena de muerte es un secreto de Estado clasificado.

Las organizaciones y activistas por los derechos humanos esperan que Mongolia se convierta en un ejemplo que sea replicado rápidamente en toda Asia.

En otros países de esta región de Asia y el Pacífico las ejecuciones siguen siendo una realidad e incluso en muchos países se está contemplando el restablecimiento de la pena de muerte.

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El hecho de que a Mongolia le haya llevado casi diez años lograrlo muestra que hay una tendencia mundial más a favor de la pena de muerte y una menor concientización acerca de lo que implica en materia de derechos humanos.

Una medida controversial

Bajo la premisa de que el derecho a la vida es un derecho de todos los seres humanos, la pena de muerte es una medida que va en contra del derecho más básico del ser humano.

La decisión de apoyar o no la pena de muerte sin duda también es una elección muy personal que se puede ver influenciada por diferentes sucesos e historias, pero si miramos el panorama general, la forma de construir una sociedad igualitaria, tolerante, justa y respetuosa es empezando por garantizarles a todas las personas el cumplimiento de sus derechos, empezando sobre todo por el más básico: el derecho a vivir.

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