Los vecindarios más ‘caminables’ ayudan a envejecer mejor

El envejecimiento de los 76 millones de baby boomers ha aumentado la demanda de investigaciones sobre cuál podría ser la mejor forma de vivir los años dorados. A menudo, los estudios se centran en los comportamientos de los individuos, tales como los hábitos alimenticios y la práctica de ejercicios físicos, además de los factores genéticos que pueden afectar la salud de aquellos que entran -o ya están-en la tercera edad.
Sin embargo, un número cada vez mayor de investigaciones está examinando la influencia del ambiente en el envejecimiento. Una línea de investigación busca explicar cómo las características del barrio, tales como la ‘caminabilidad’, el nivel de ingresos y la seguridad, inciden en la capacidad de las personas para mantenerse sanas y beneficiarse de “envejecer en el lugar donde viven”. Esto se refiere a permanecer en sus comunidades, que es lo que la mayoría de los baby boomers han señalado que les gusta hacer.
La organización sin fines de lucro Population Reference Bureau (PRB, por sus siglas en inglés), con sede en Washington DC, publicó un informe que sistematiza los resultados de esta investigación. CityLab conversó con Mark Mather, coautor del informe y vicepresidente asociado de PRB para los programas de Estados Unidos.
¿Por qué es importante investigar cómo un vecindario afecta el envejecimiento en Estados Unidos?
Algunas personas mayores residen en barrios que no contribuyen en modo alguno a su salud. Estas comunidades no son seguras, prácticamente no se puede caminar en ellas y adolecen de un buen sistema de transporte público y de otros servicios. El hecho de que muchas personas puedan estar viviendo en estos vecindarios por décadas es preocupante, ya que el efecto de estas malas condiciones es acumulativo y conduce a problemas crónicos de salud. Pese a que “envejecer en el lugar donde se vive”, por lo general, supone muchas ventajas –la capacidad de conservar el grupo de amigos en un ambiente familiar, una opción menos costosa que un hogar de ancianos–, en estos casos resulta más problemático.
Cabe subrayar que los estudios descritos en el informe, aunque se concentran en factores ambientales, no están reclamando efecto causal alguno. Debido a que los rasgos del vecindario que se asocian a la salud y a la forma en que envejecemos, tales como el nivel de ingreso, los índices de criminalidad, y la transitabilidad, están más relacionados entre sí de lo que parece, es difícil identificar con exactitud cómo es que el vecindario deviene un factor susceptible de crear complicaciones de salud en adultos mayores. Como resultado, los estudios se decantan más por advertir relaciones de asociación que de causalidad.
¿En qué medida puede el barrio incidir concretamente en nuestra salud física?
La investigación muestra que la caminabilidad es extremadamente importante. Conforme la gente envejece, deja de trabajar y, como consecuencia, los espacios en los cuales se mueve comienzan a reducirse. Su entorno inmediato, su barrio, entonces pasa a un primer plano. Si ellos no caminan con regularidad, esto afecta negativamente su salud. Disponer de aceras en buen estado y protegidas contra el vandalismo favorecen la actividad física entre las personas mayores.
¿Y en cuanto a la salud mental, cuáles pueden ser los problemas?
La gente mayor a menudo adolece de las relaciones sociales que los adultos jóvenes crean en su trabajo y en su familia. Esto es particularmente cierto para las mujeres, quienes generalmente viven más que sus maridos y luego tienen que enfrentarse a la soledad. De ahí la enorme importancia de que los adultos mayores tengan vías de comunicación con sus homólogos en su vecindario. Por ejemplo, los estudios evidencian que las viudas se sienten mejor en barrios donde habitan otras viudas.
Los vecindarios en condiciones pobres pueden, al mismo tiempo, crear algo conocido como ‘desgaste’, el cual deriva del estrés crónico de vivir por años en un ambiente que es inseguro y está descuidado. Hacer vida en esos barrios carcome la salud de la persona con el tiempo.
¿Cómo podríamos aprovechar estas investigaciones para transformar los barrios en mejores lugares para envejecer?
Una ciudad podría implementar soluciones tales como la reparación de aceras y la celebración de eventos comunitarios que involucren a los adultos mayores, brindándoles la oportunidad de ampliar sus relaciones sociales y de hacer ejercicio físico. Por lo general, estos estudios acarrean amplios resultados y cada ciudad necesita tener soluciones para responder a sus problemas específicos. Si vives en Buffalo, por ejemplo, el gran problema puede ser limpiar las aceras inmediatamente después de que nieva, para que los adultos mayores puedan rápidamente acceder a los servicios que les ofrece el vecindario. En un suburbio de Miami las necesidades serán otras.
¿Cuál debería ser el propósito principal de investigaciones futuras en este ámbito?
Algunas indagaciones se han referido a la influencia de la discriminación racial o étnica en el proceso de envejecimiento. No está claro aún qué podemos concluir de esta investigación, porque aparentemente hay tanto ventajas como desventajas en el hecho de vivir en un enclave étnico. Tendrás muy claras ventajas si, por poner un ejemplo, eres latino o latina y compartes el vecindario con muchos de tus parientes. Pero a la vez, los enclaves étnicos tienden a ser zonas con elevados índices de pobreza, lo que supone –desde luego– una desventaja. Estos factores pueden compensarse unos con otros en cierta forma, pero se requiere más investigación para comprender mejor lo que está pasando.
Muchas de estas investigaciones son, por así decirlo, una foto tomada a una comunidad en un momento determinado. Para llevarse una idea, los estudios precisan observar personas por un extenso período, midiendo los altibajos de su salud justo cuando se dan cambios en sus vidas. Estos cambios pueden ser el matrimonio, el divorcio y la jubilación. Naturalmente, realizar una investigación de esta magnitud toma bastante tiempo, por lo que las ‘fotos’ transversales son mucho más comunes. Ahora, es muy complejo determinar los vínculos causales cuando solo dispones de datos transversales.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.