No más viajes a Florida: los estadounidenses ahora quieren envejecer en sus ciudades

Muchas personas jubiladas siguen soñando con retirarse a un lugar soleado en el sur: la prueba está en el crecimiento aún robusto de ciudades como Phoenix, Arizona y Fort Myers, Florida. Pero la gran mayoría de los estadounidenses mayores — más de un 70% de los que tienen más de 50 años, según una encuesta de 2014 de AARP— tienen pensado ‘envejecer en el lugar donde están’, es decir, permanecer en sus casas o comunidades. Y el deseo de quedarse persiste entre residentes urbanos, suburbanos y rurales, incluso en ciudades con mucha nieve y entre las personas con los recursos financieros para comprarse un condominio en Boca o Scottsdale.
“A lo largo del país, las personas están envejeciendo, viviendo más tiempo y permaneciendo en sus comunidades”, dice Rodney Harrell, director del programa Livable Communities (Comunidades Habitables) de la AARP, la principal organización estadounidense para personas mayores de 50. “Las personas se mudan adonde quieren vivir, se quedan un rato y después no se quieren ir”. Según explica Harrell, en las ciudades, con frecuencia las personas se centran en quedarse en su vecindario, un lugar en donde quizás hayan pasado décadas caminando por el mismo parque, comprando comestibles en la misma tienda y yendo a los mismos centros religiosos.
Welltower —empresa que adquiere bienes raíces dedicadas al cuidado de la salud, desde comunidades de retiro hasta edificios con consultorios médicos para pacientes externos— recientemente encuestó a 3,000 personas para averiguar más sobre este deseo entre residentes urbanos de envejecer en su lugar. Los encuestados eran de varias edades — baby boomers, Generación X y millennials— y vivían en diez ciudades a lo largo del país, desde Seattle a Houston a Boston. También se incluyó Toronto, una ciudad canadiense.
La encuesta indicó que 7 de cada 10 residentes urbanos aún quieren vivir en su ciudad después de los 80 años. La cantidad fue más alta entre los boomers: 8 de cada 10. Los resultados fueron bastante uniformes a lo largo de las ciudades. Aunque algunos residentes dieron calificaciones más altas a sus ciudades en cuanto a su habitabilidad para residentes mayores — Washington DC, Miami y Chicago obtuvieron los puntajes más altos en este aspecto, mientras que Los Ángeles, San Francisco y la Ciudad de Nueva York recibieron los más bajos— todos los encuestados aún estaban mayormente interesados en quedarse y elogiosos en cuanto a sus ciudades respectivas.
Todas las generaciones tuvieron la misma preocupación en cuanto al futuro: acceso al cuidado de salud de alta calidad. Para un 61% tener un buen médico fue la máxima prioridad, en comparación con el 21% que indicó la cercanía a las instalaciones médicas como su máxima prioridad. Los baby boomers y los millennials también compartieron otras preocupaciones principales, específicamente el buen transporte público y la cercanía a la familia (los millennials calificaron tal cercanía más alto que los boomers). En general los encuestados parecen tener una cantidad sorprendentemente alta de confianza en el sistema de transporte público de sus ciudades: el 84% dijeron que sus sistemas están bien equipados para los ancianos.
La encuesta también reveló que todas las generaciones están pensando que sus vidas después de la edad de 80 serán activas: 8 de cada 10 dijeron que quieren hace nuevas amistades a esa edad y casi 6 de 10 quieren tiempo para el romance y una vida sexual activa. Uno de cada cinco espera trabajar a tiempo parcial o a tiempo completo después de los 80 años de edad. Y muchos ven a las ciudades como lugares mejores para cumplir esas metas. Por ejemplo, un 60% cree que es más fácil conocer a personas en ciudades: tres veces más que en otros lugares.
Si bien es alentador que tantos residentes urbanos de todas las generaciones vean a su vejez en términos tan vibrantes, de muchas formas no estamos listos para el aumento en la población de personas mayores, sin importar donde vivan. Ya para 2035 la cabeza de familia de una de cada tres familias estadounidenses tendrá 65 años o más, en comparación con la proporción actual de una de cada cinco familias encabezada por alguien de 65 o más. También significará que habrá una población en la que una de cada cinco personas tendrá más de 65 años —casi 80 millones de personas— en comparación de la proporción actual de una de cada siete personas teniendo 65 años o más. Se trata de un incremento de más de 30 millones de personas mayores a lo largo de las próximas dos décadas.
Tal como reportó CityLab a principios de este año, esta situación demográfica presenta múltiples retos, particularmente para los que quieren envejecer en su sitio. Sólo un 1% de la existencia actual de vivienda está equipada con elementos de “diseño universal” que ayudan a los residentes mayores, tales como las entradas sin peldaño, viviendas de una sola planta y anchos pasillos y entradas. Y más personas mayores también significa que habrá más adultos de bajos ingresos que lucharán por costear el alquiler o la hipoteca, mucho menos tener dinero para modificar sus casas con dichos ‘elementos universales’ o bien contratar personas para cuidarlos en casa.
Harrell recomienda que las ciudades se unan a los programas formales para ayudarles a prepararse mejor para el cambio demográfico que se acerca; un ejemplo de dichos programas sería el Network of Age-Friendly Communities (Red de Comunidades Amigables para Personas de Edad) de AARP. Actualmente 188 ciudades estadounidenses se han unido al programa. Esto significa que sus funcionarios electos han hecho un compromiso para evaluar las necesidades de sus comunidades, hacer planes para el cambio y luego implementar esos planes.
Un ejemplo de tal cambio está en Washington DC — una ciudad con fama de atraer a muchos jóvenes— que ahora está haciendo esfuerzos por ser más amigable para personas de edad. El gobierno de la ciudad se ha unido a la autoridad de transporte para desarrollar un programa de capacitación para pasajeros mayores y los discapacitados que tengan dificultades para tomar el metro o el autobús. “Los sistemas de transporte pueden ser amedrentadores para las personas que no saben cómo usarlos”, dice Harrrell. “Y puede ser todavía peor si tienes problemas cognitivos o físicos, como dificultad para caminar”.
Este programa gratis incluye presentaciones hechas por instructores profesionales de viaje, capacitación individual o en grupo sobre viajar, así como recorridos de las estaciones del metro de la ciudad. La Autoridad de Transporte Público del Área Metropolitana de Washington dice que la meta es permitir y empoderar a la gente para que puedan viajar independientemente a un sitio que visitan regularmente y luego regresar del mismo.
Harrell también señala esfuerzos hechos en Filadelfia para proveer vivienda asequible y acogedora para personas mayores de la comunidad LGBTQ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero o queer). En 2014 la ciudad construyó el edificio de departamentos John C. Anderson, el cual tiene 56 unidades, 6 plantas y atiende a la comunidad LGBTQ de bajos ingresos. Fondos estatales y federales —así como créditos fiscales federales— financiaron la construcción. Chicago, Los Ángeles y otras ciudades también están iniciando el desarrollo de estos tipos de viviendas (y se necesitan más). Las investigaciones indican que para 2030, la cantidad de ancianos LGBTQ llegará a unos tres millones: el doble de la cantidad actual. SAGE — una organización defensora para ancianos LGBTQ— recientemente inició una iniciativa nacional centrada en las necesidades de vivienda, la cual incluye un mapa que lista recursos en cada estado.
“Estas iniciativas se centran en asegurar que los residentes urbanos de todas las edades tengan opciones que cumplirán con sus necesidades”, dice Harrell. “Realmente exigen planificación y diseño de políticas que sean meditados”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.