Cuando se mezclan la mano dura y la fe: Trump busca calmar a su base electoral con un discurso de "ley y orden"
El mandatario Donald Trump profundiza su mensaje de mano dura al presentarse como el presidente de la "ley y el orden" para aniquilar por la fuerza las protestas que sacuden a Estados Unidos desde que hace una semana muriera George Floyd a manos de un oficial de policía de Minneapolis.
Su polémico discurso de este martes por la tarde planteó un marcado contraste con el llamado por la paz que horas antes hiciera Terrence Floyd a los manifestantes que protestaban la muerte de su hermano George durante una detención realizada por un delito menor.
La alocución -durante la que se refirió a la posibilidad de militarizar las calles- le ganó aplausos de un sector que lo ve como implacable ante revoltosos a los que señalan por supuestamente inflitrarse en protestas políticas para causar muerte y destrucción.
Y también le generó agudas críticas de su rival demócrata en la elección de noviembre, el exvicepresidente Joe Biden, y de otro grupo de la población que esperaba escuchar de su líder propuestas concretas para combatir la brutalidad policial y la discriminación que durante décadas padecen las minorías.
Mensaje a la base
Las dos lecturas del mismo discurso ponen de manifiesto una vez más la profunda polarización que divide a los estadounidenses. Y también las limitaciones en la estategia de Trump, electo legítimamente pero sin contar con el voto popular, de priorizar usualmente a su base por encima de la población en general.
Trump calificó los actos perpetrados en días recientes de "terrorismo" y describió a sus autores como "rufianes" y "anarquistas profesionales, mafiosos violentos, pirómanos, saqueadores, criminales, revoltosos".
Luego escribió este martes en Twitter que Nueva York había sido sometida la noche anterior por "saqueadores, bandidos, izquierdistas radicales y otras formas de escoria humana".
"Si una ciudad o un estado rehúsa adoptar las acciones que son necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes, entonces enviaré a las fuerzas armadas estadounidenses y rápidamente resolveré el problema para ellos", advirtió el jefe de estado.
Gobernadores demócratas en Kansas, Nueva York y Virginia se han negado públicamente a poner a los militares en las calles.
Aunque las leyes estadounidenses limitan el uso de las fuerzas armadas en labores de control del orden público dentro del territorio nacional, los presidentes pueden destinar efectivos militares a labores policiales haciendo uso de la llamada Ley de Insurrección, vigente desde 1807.
George H. Bush apeló a esa ley de manera limitada para controlar los desórdenes raciales que sacudieron Los Ángeles en 1992, pero la escala de lo sugerido por Trump implicaría una intervención federal sin precedentes en la historia reciente de la nación.
La agencia AP señaló que la referencia de Trump evocó recuerdos del programa de gobierno pro "ley y orden" que como candidato impulsó Richard Nixon tras los desórdenes posteriores al asesinato de Martin Luther King, cuando el país parecía deshacerse entre la violencia política y las protestas contra la guerra de Vietnam.
Las críticas
Joe Biden acusó este martes a Trump de responder a la crisis para obtener puntos politicos y no para buscarle una solución a las causas de las protestas, que han dejado al menos nueve fallecidos, 5,600 detenidos y pérdidas materiales millonarias.
"Cuando manifestantes pacíficos son dispersados por la orden de un presidente a las puertas de la casa del pueblo, la Casa Blanca, usando gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento, para posar ante las cámaras en una iglesia noble, se nos puede perdonar por creer que el presidente está más interesado en el poder que en los principios", dijo Biden.
En esta ocasión, las críticas no se limitaron al partido de oposición. Sacerdotes de diversas religiones cuestionaron a Trump por posar _justo después de su discurso_ con una biblia en la mano en un iglesia contigua a la Casa Blanca que había sido dañada durante las protestas la noche del domingo.
La obispa episcopal de Washington, Mariann Budde, dijo a CNN que "el presidente usó la biblia, el texto más sagrado de la tradición judeocristiana, y una de las iglesias de mi diócesis, sin permiso, como fondo para un mensaje contrario a las eneseñanzas de Jesús".
James Martin, un sacerdote jesuíta escribió en Twitter que "esto es repugnante. La biblia no es utilería. Una iglesia no es oportunidad para una foto. La religión no es un arma política. Dios no es tu juguete.
Pero también hubo quienes aprobaron el gesto presidencial.
Robert Jeffress, un pastor de Dallas y aliado de Trump, dijo a The Atlantic que "fue completamente apropiado que el presidente se parara frente a esa iglesia. Al sostener la biblia, nos mostró que enseña que sí, Dios odia el racismo, es despreciable, pero Dios también odia la anarquía”.
En 2016, Trump ganó el 81% del voto evangélico blanco y las encuestas a boca de urna determinaron que los católicos blancos lo prefirieron por encima de Hillary Clinton en proporción de 60% a 37%, informó la BBC.
El gesto del presidente lo conecta con millones de sus seguidores que se identifican como religiosos y patriotas, quienes ven en Trump a un político dispuesto a ignorar las imposiciones de la corrección política que consideran que ha minimizado la importancia de la fe en la vida estadounidense.