"No hay un alma, ni un cliente, nada": comercios de Tijuana culpan a la caravana por alarmantes pérdidas
TIJUANA, México.– Ni las moscas llegan a uno de los restaurantes más famosos de la popular avenida Revolución de Tijuana. 'La Placita' está vacía y su gerente, Abraham Alfaro, compara la actual notable falta de clientes con los descalabros económicos que ya ha padecido esta ciudad fronteriza en el pasado: la época posterior a los ataques terroristas de 2001 y la profunda recesión que tocó fondo en 2009.
Este nuevo golpe, asegura Alfaro, lo han sentido tan duro porque ocurrió después del Día de Acción de Gracias, que solía ser uno de los mejores fines de semana del año para los negocios de la popular Revolución. Esta fecha marca el inicio de la temporada de compras navideñas, la cual esperan con ansias miles de negocios tanto en México como en Estados Unidos.
"Para nosotros era la mejor época, pero fracasó completamente. Las ventas cayeron un 80%. Esto no es normal", lamentó Alfaro sosteniendo un menú en la entrada del restaurante. Este martes no escoltó a un solo turista hacia el interior del establecimiento, adornado con sombreros de charro y vestidos típicos.
"Hoy tuviera mucha gente aquí y lo puedes ver: no hay un alma, ni un cliente, nada", dice este hombre que ha trabajado 34 años en 'La Placita', un local de dos niveles que tiene capacidad hasta para 180 comensales. "Es la avenida Revolución, la más transitada, la principal", insiste con preocupación.
Alfaro asegura que sus principales clientes, turistas asiáticos y mexicoamericanos radicados en el sur de California, han dejado de llegar por la amenaza del presidente Donald Trump de cerrar la frontera definitivamente por la llegada de la caravana de migrantes centroamericanos instalada ahora en un centro deportivo de Tijuana, a solo unos pasos de la valla metálica que divide a los dos países.
"Tienen miedo de venir y que ya no los dejen regresar", menciona el gerente de este restaurante antes de contar una anécdota que ocurrió el domingo, cuando la Oficina de Aduanas y Control Fronterizo (CBP) dio un anticipo de la advertencia de Trump, cerrando durante cinco horas la garita de San Ysidro, después de que unos 500 migrantes intentaron cruzar a la fuerza hacia California y fueron recibidos con gases lacrimógenos.
Cuando eso ocurrió, un grupo de visitantes chinos degustaba platillos típicos mexicanos en 'La Placita'. "Se pusieron tensos, querían dejar de comer y me dijeron: 'Ya nos vamos'. Pero les expliqué que podían seguir comiendo, que podían cruzar por la garita de Otay o por la de Tecate. Ellos creían que se iban a quedar aquí, pero no fue así", contó.
"No tienen idea de cómo están afectando a la ciudad"
Varios negocios cercanos al cruce fronterizo 'El Chaparral', del lado mexicano, por el cual intentaron ingresar ilegalmente algunos miembros de la caravana, decidieron cerrar para no sufrir saqueos y daños, dijo a Univision Noticias, Raymundo Barraza, vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de la Avenida Revolución.
"Por cuestiones de seguridad estuvieron cerrados durante varias horas", mencionó.
Propietario de una tienda de artesanías mexicanas y recuerdos en la famosa avenida tijuanense, Barraza también cree que el "mal comportamiento" de algunos migrantes centroamericanos y la reacción del gobierno Trump ahuyentaron a los turistas.
"Era uno de los mejores fines de semana, el de Thanksgiving (Acción de Gracias), pero en esta ocasión se convirtió en uno de los peores. No estoy exagerando", dice el comerciante en la entrada de su negocio. "Los migrantes no tienen idea de cómo están afectando a la ciudad", agregó.
Barraza calcula que las ventas de su negocio han caído un 70%. Este dirigente empresarial afirma que otros negocios en la avenida Revolución están en la misma situación: "No tienes una idea de cómo nos ha afectado. Por la incertidumbre que tienen los turistas, de que les toquen largas filas y tarden en regresar (a EEUU), o que cierren la frontera mientras ellos están aquí".
El golpe económico en California
El impacto económico no solo se ha sentido en este lado de la región binacional. La Cámara de Comercio de la ciudad de San Ysidro, una zona con 650 negocios en el sur de San Diego y que colinda con la barda fronteriza, estima que solo el cierre de cinco horas de este domingo representó una pérdida económica de 5.3 millones de dólares. El 93% de sus compradores es mexicano.
"He perdido a mis mejores clientes. No quisieron arriesgarse tardando mucho tiempo en el cruce y se quedaron en México", contó Manuela Rodríguez, encargada de una tienda de ropa femenina que está a unas dos cuadras de la garita peatonal. En los mejores días, este negocio se llena de mujeres que jalan carritos y que revenden las prendas en las ciudades de Tijuana y Ensenada.
Según Rodríguez, la "temporada alta" pasó desapercibida y teme que se prolongue.
Aunque todavía no hay una cifra sobre los turistas mexicanos que dejaron de cruzar hacia California, es posible que esa industria también se vea afectada. El 40% de los visitantes extranjeros en el estado proviene de México y estos dejan una contribución económica de 3,100 millones de dólares, según cifras oficiales.
"Se ve menos gente aquí", dijo Rosalía, una empleada de un restaurante de comida rápida ubicado en el corazón de la Plaza Las Américas, un elegante centro comercial en San Ysidro que inicia a unos pasos de la valla metálica. "Es por los problemas que trajeron los de la caravana", expresó un tanto enfadada.
Varados en las garitas
En un día normal pasar la garita fronteriza de San Ysidro, la más transitada del hemisferio occidental, es de valientes. Quienes no tienen un permiso especial para cruzar hacia California pueden tardar hasta tres horas o incluso más. Cada día, ese punto de acceso es usado por alrededor de 70,000 automovilistas y por unos 250,000 peatones. Pero esos tiempos han empeorado y algunos culpan a la caravana migrante.
Yazmín Román dice que desde que miles de centroamericanos llegaron a Tijuana tarda más tiempo en la garita peatonal. "Duré 20 minutos", dice ella al salir del punto de acceso Ped West, en San Ysidro. "Antes llegaba y directo con el agente de aduanas, máximo tardaba uno o dos minutos", cuenta.
Ella tiene que cruzar la frontera todos los días para que su hija Dayarci Sánchez, de 4 años, estudie en un kínder de San Ysidro. Su esposo pasa en auto: es constructor en San Diego. Ella dice que ya ha faltado al trabajo unos días por los sorpresivos cierres de la garita. Para no quedarse varado ahora sale más temprano de su casa y regresa más tarde. Se va a trabajar a las 2:00 am y vuelve a las 4:00 pm.
"Es muy difícil porque casi no duerme, casi no lo vemos", asegura Román, quien tiene 25 años.
Si las cosas se complican aún más, dice esta mujer, su familia tendría que mudarse a San Diego. En Tijuana se han beneficiado de un alquiler de vivienda más bajo, pagando 300 dólares cada mes, pero en California tendrían que desembolsar unos 1,200 dólares como mínimo, lo cual es bastante complicado con el sueldo de su marido que es de apenas 15 dólares por hora.
"Tendría que quitarles la comida a mis hijos de la boca, para poder pagar la renta", advirtió.
Román no para de quejarse de los migrantes centroamericanos: que si se han portado peor comparado con otras caravanas, que algunos supuestamente asaltaron a su amiga, que ensucian su ciudad, que son "prepotentes" y quieren imponer sus reglas en un país ajeno. "Necesitaba desahogarme", justifica al terminar.