Esenciales pero deportables
389 arrestos que quebraron un pueblo
Una de las mayores redadas en un lugar de trabajo en la historia de EEUU ocurrió hace 12 años en Postville, Iowa. Separó familias, arruinó empresas y llevó al pueblo a la crisis financiera. En el largo plazo, no logró ningún resultado positivo.
1 La vida junto al pozo
¿Qué logra Estados Unidos en el largo plazo, con una redada migratoria masiva? ¿Acabar con la comunidad inmigrante en un pueblo o ciudad? ¿Desterrar a los indocumentados? ¿Bajar el desempleo entre los ciudadanos estadounidenses? ¿Mejorar la economía del país?
Nada de eso. Las respuestas se podrían resumir en tres aspectos: destruir familias, dañar empresas y debilitar economías locales. Un buen ejemplo para demostrar esto se halla en Postville, un pequeño pueblo rural en el noreste de Iowa, rodeado de granjas y sembradíos de maíz, donde viven poco más de 2,500 personas.
El 12 mayo de 2008, Postville fue escenario de la mayor redada migratoria en un centro de trabajo. Ocurrió en la planta empacadora de carne kosher Agriprocessors, el empleador más grande de la zona. Ese día, las autoridades federales cayeron por sorpresa y arrestaron a 389 personas, en su mayoría trabajadores indocumentados centroamericanos.
De un día a otro, una cuarta parte de los habitantes de Postville quedó detenida, enfrentando procesos de deportación. 287 personas –casi todas originarias de pequeños pueblos de Guatemala– fueron expulsadas del país. Muchos que se salvaron de la redada, porque no estaban esa mañana en la planta, huyeron con sus familias, dejando atrás sus pertenencias y casas abandonadas. En cuestión de semanas, casi 1,000 inmigrantes dejaron Postville.
Nueve días después de los arrestos, los concejales de Postville se reunieron para analizar la situación. En la sala, el alcalde Robert Penrod atacó a los medios de comunicación por los “falsos reportes” de que Postville era un pueblo fantasma. Una representante de la Cámara de Comercio local también se quejó de la prensa y aseguró que los negocios seguían igual. Varios concejales incluso manifestaron su apoyo a la redada. Uno de ellos, Jeff Reinhard, “agradeció a los agentes de ICE” por hacer cumplir la ley, según consta en el acta de esa sesión.
Pero, la economía del pueblo pronto sintió el impacto. En cuestión de un año, el condado de Allamakee, donde está Postville, perdió el 7% de la fuerza laboral. En 2009, la ciudad recolectó menos impuestos y los ingresos por los servicios que brinda disminuyeron, según lo revelan los estados financieros que revisó Univision Noticias. Decenas de casas fueron rematadas por los bancos, varios negocios cerraron y algunos dueños de apartamentos de alquiler abandonaron el pueblo.
“La ciudad no estaba preparada para la crisis financiera que se desarrolló con el cierre de Agriprocessors. La morosidad en los impuestos a la propiedad y los servicios públicos no pagados a la ciudad causaron una reducción en los servicios y proyectos originalmente planeados. El número de viviendas embargadas se convirtió en una preocupación, con la ciudad buscando oportunidades de subsidios para rehabilitar viviendas”, escribió el auditor del estado de Iowa David Vaudt, en un reporte del 4 de marzo del 2010.
Agriprocessors, fundada en 1987 por Abraham Aaron Rubashkin, un empresario judío de Nueva York que murió el pasado 2 de abril por coronavirus, terminó en la quiebra tras la redada y fue comprada por el empresario canadiense Hershey Friedman, que la rebautizó con el nombre de Agri Star. El hijo de Rubashkin, Sholom, exgerente de la planta, fue condenado a prisión por fraude y lavado de dinero, y el presidente Trump lo perdonó en 2017.
Cuando Agriprocessors comenzó a operar, Postville tenía unos 1,400 habitantes. La mano de obra era necesaria y no pasó mucho tiempo antes de que inmigrantes de Guatemala y México –en su mayoría indocumentados– llegaran buscando trabajo. Familias de judíos ortodoxos, quienes trabajaban en la planta, también se asentaron y cambiaron el rostro del pueblo, que había sido predominantemente blanco desde su fundación por inmigrantes alemanes en 1849.
Entre los años 2000 y 2010, la población blanca de Postville se redujo 5%, mientras que los hispanos aumentaron 52%. Ese cambio demográfico, en realidad es un reflejo del futuro inevitable de Estados Unidos, pese al discurso nacionalista y antiinmigrante del presidente Donald Trump. Se estima que en 2050 uno de cada cinco residentes en Estados Unidos será inmigrante y la cantidad de latinos se triplicará hasta representar el 29% de la población.
En Postville, el desmantelamiento de la planta no logró detener ese proceso. Todo lo contrario. Hoy la comunidad es más diversa que nunca. Poco después de la redada la empresa trajo inmigrantes de Palau, una isla en el Pacífico, cuyos ciudadanos pueden trabajar de forma legal en Estados Unidos. También vinieron refugiados somalíes, provenientes de Minnesota, a trabajar en la planta. Algunas mujeres guatemaltecas que fueron arrestadas por ICE lograron quedarse con sus hijos tras recibir visas humanitarias. Y con el tiempo, vinieron otros inmigrantes guatemaltecos y mexicanos que se han ido estableciendo en el pueblo.
Entre 2010 y 2018, la población blanca en Postville disminuyó 28%. Los hispanos pasaron a ser una tercera parte de todos los habitantes y las personas negras el 12%, según los datos de la Oficina del Censo. Mientras los pobladores de mayor edad son predominantemente blancos, la niñez es más diversa. En 2018, más de la mitad de los niños de entre 5 y 9 años en el pueblo, eran hispanos.
En Allamakee, el porcentaje de personas que nació en otro país pasó de 4.36% en 2015 a 5.3% en 2018. El festival que cada año celebran en la escuela secundaria ilustra esa creciente diversidad. La comunidad se reúne en el gimnasio para ver a adolescentes somalíes bailando con coloridos vestidos, niños guatemaltecos con trajes típicos, vaqueros americanos, charros y quinceañeras de largos vestidos. El sitio web del colegio tiene información en tres idiomas: inglés, español y somalí. Y es que 30 de cada 100 estudiantes en el distrito escolar de Postville son hispanos, y siete de cada 100 de raza negra, en su mayoría somalíes.
La pluralidad también se refleja en la religión. Hace 20 años en Postville había tres templos –uno católico, un luterano y otro presbiteriano. Actualmente funcionan al menos 10 centros de oración, entre ellos un par de sinagogas, la sociedad islámica, a la que asisten sobre todo los somalíes, y varias iglesias pentecostales hispanas.
En Postville, más de la mitad de la gente habla en su casa otro idioma distinto al inglés. Y eso también se traslada a sus calles: por ejemplo la N. Lawler St, a un lado está el Club 51, el típico bar americano, y a 80 metros se encuentra Juba Grocery & Halal, la tienda donde compran los somalíes. Cerca están la tienda Toñitas, La Canasta Supermarket y la taquería El Pariente, muy popular entre los locales.
Su país natal nunca fue su hogar
La redada del 2008 fracasó en desaparecer a los inmigrantes de Postville. Pero no sin antes separar a muchas familias. Esa mañana, los agentes de ICE se llevaron padres y madres, mientras sus hijos estaban en la escuela. Los que quedaron se refugiaron en el templo católico, que se convirtió en un santuario colmado de niños aterrorizados bajo la protección de otros miembros de la comunidad, mientras a unos kilómetros de ahí sus familiares eran procesados en una corte de inmigración improvisada en un campo ferial.
Muchos niños nacidos en Estados Unidos tuvieron que abandonar el país para reencontrarse con sus papás en Guatemala. En la reunión del consejo de la ciudad, días después de la redada, alguien informó que “la mayoría de los niños que son ciudadanos estadounidenses ya se estaban alistando para ir a casa”, como si el país donde nacieron nunca fue su hogar.
Jorge Castillo fue uno de los trabajadores que se llevó ICE esa mañana en mayo de 2008. Por varias semanas su esposa Maribel no supo más de él y decidió regresar a Guatemala con sus hijas. Se reencontraron seis meses después, cuando él fue deportado. En 2014, Jorge y Maribel, enviaron de regreso a Postville a su hija mayor, Jeidy, la única que nació en Estados Unidos, para que pudiera estudiar, porque sabían que en Guatemala la niña no tendría las mismas oportunidades.
Jeidy, de 12 años, vive con una profesora del colegio y no ha podido ver a su familia desde entonces. “Yo les digo a ellas (sus hermanas) que un día, su hermana va a tener lo poco que es necesario y se los va a dar de todo corazón”, dijo Maribel a Univision Noticias en 2018.
En Estados Unidos, Jeidy contó lo mucho que extraña a sus padres. “Aquí no me dan abrazos. Todos aquí tienen papás, yo soy la única que no los tengo”, dijo a Univision Noticias.
De los ataques más frecuentes de los políticos contra los inmigrantes indocumentados, para justificar las redadas y las deportaciones, es que estos dejan sin trabajo a los estadounidenses. Al menos esa es una de las líneas favoritas del presidente Trump.
Pero la realidad de Allamakee muestra lo contrario. Conforme aumentó la población inmigrante, también subió la cantidad de gente con trabajo, como ha ocurrido a nivel nacional. Desde el 2010, cuando la tasa de desempleo en el condado sobrepasó el 9%, la cifra venía cayendo hasta llegar a 2.1% en septiembre del 2019.
La actual crisis causada por la pandemia del coronavirus este año –desde marzo, más de 42 millones de personas han solicitado ayuda por desempleo a nivel nacional– alteró la tendencia. En abril pasado, Allamakee cerró con una tasa de desempleo de 10.3%, la cifra más alta para ese condado en la última década.
La seguridad pública, una falsa excusa
La redada de Postville fue parte del plan estratégico Endgame, que la administración de George W. Bush lanzó en 2003 para deportar a todos los indocumentados en un período de 10 años. Los objetivos de esa deportación masiva eran aumentar la seguridad pública, reducir el crimen y “mejorar el bienestar” de la sociedad estadounidense.
Es el mismo discurso que utiliza Trump, quien constantemente ataca a los inmigrantes indocumentados, acusándolos de ser delincuentes y traer drogas al país. “La mano dura con los criminales ilegales es simplemente mantener mi promesa de campaña”, escribió en febrero de 2017.
La criminalidad y la violencia en Postville distan mucho del escenario que pinta Trump. El departamento de policía local está conformado por tres oficiales y ni siquiera reporta datos de crímenes al FBI, como sí lo hacen la mayoría de las agencias policiales del país.
La oficina del Sheriff de Allamakee, que también cubre Postville, reporta los crímenes de forma intermitente. En los últimos 10 años, informó de 10 crímenes violentos, la mayoría asaltos agravados. De los 11 delincuentes identificados por estos delitos, 10 son de raza blanca.
Además, entre 2008 y 2018, el Sheriff reportó en total 136 crímenes contra la propiedad, aunque la cifra anual viene disminuyendo: pasó de 54 ofensas en 2016 a 6 en 2017 y ninguna en 2018, el último año del que se tiene un reporte. En 2016, el año en que Allamakee reportó más delitos contra la propiedad, en el estado de Iowa se cometieron 35 ofensas de ese tipo por cada 1,000 habitantes. En Allamakee, un condado con una creciente población migrante, esa tasa apenas alcanzó los 3.9 delitos por cada 1,000 personas.
Y más allá de los falsos argumentos sobre la criminalidad para justificar las redadas, lo cierto es que una parte importante de la economía depende en buena medida de los inmigrantes indocumentados. El faltante de trabajadores “pocos calificados” para trabajar en sectores como la agricultura, la construcción y el procesamientos de alimentos –puestos que suelen ocupar los inmigrantes– es una realidad, al menos antes de la pandemia del covid-19. Pero el gobierno se niega a incrementar la cantidad de visas trabajo para atender el problema y en su lugar insiste en realizar operativos policiales para expulsar a los inmigrantes.
Casi 12 años pasaron desde aquella operación sin precedentes y Postville es más diverso que nunca. A la entrada del pueblo un rótulo recibe a los visitantes con la frase: “Hometown to the World”. La planta de carne ahora tiene otro nombre y nuevos dueños extranjeros. Algunas familias siguen separadas y un puñado de jóvenes indocumentados que llegaron al país siendo niños aún dependen del programa DACA, también amenazado. El pueblo es seguro y hasta hace poco había trabajo para casi todos. ¿Cómo benefició al país la redada? Nadie tiene la respuesta, pero las cifras indican que no sirvió de nada.
Univision Noticias. 2020